La Fiesta

Las Fiestas de San Marcos de Beas de Segura (Jaén) son un festejo taurino de carácter popular, en la modalidad de “toro ensogado”, que se viene celebrando en esta localidad desde tiempo inmemorial. Tienen lugar entre los días 22 y 25 de abril y su principal atractivo es la suelta de casi un centenar reses bravas ensogadas.

Las reses, de diferentes edades y sexo, corren por las calles de la localidad atadas por los cuernos con una soga que, manejada por cuadrillas de jóvenes, sirve para conducir sus carreras y evitar posibles cogidas de los que las citan con intención de quebrarlas o saltarlas.

Su amplia difusión a nivel nacional en internacional y la masiva afluencia de miles de visitantes de las más diversas procedencias hicieron posible su declaración como Fiestas de Interés Turístico Nacional de Andalucía en el año 2000, posteriormente ratificada en 2008.

Más tarde, el 6 de octubre de 2011, el Ayuntamiento de Beas de Segura, reunido en pleno, aprobó por unanimidad su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial, sumándose así al proyecto de reconocimiento de la tauromaquia por parte de la UNESCO como Patrimonio Universal.

Origen

La festividad de San Marcos Evangelista tiene una amplia difusión por toda España, siendo muy numerosos los pueblos que la celebran el día veinticinco de abril y, aunque no todos lo hacen de la misma forma, tienen en común su carácter agrícola y ganadero.


Su origen se remonta a la antigua Roma, donde el veinticinco de abril tenían lugar las “Robigalia”, unas fiestas para proteger a los trigos de enfermedades como la roya. Más tarde, la Iglesia las cristianizó poniéndolas bajo la advocación de San Marcos, que pasó a ser considerado benefactor de ganados y cosechas, haciéndose votos colectivos y rogativas —aún hoy se guardan en bastantes sitios— para pedir o agradecer al Santo el fin de epidemias y plagas.

La falta de documentación hace difícil establecer cuándo y por qué la celebración empezó a hacerse con carreras de toros ensogados, teniendo que acudir a la tradición oral para hacerlo.


Una versión los relaciona con la llegada de Santa Teresa de Jesús en 1575 para fundar el Convento de Monjas Carmelitas. Según esta versión, uno de los toros que arrastraban la piedra para las obras del convento rompió el yugo el día de San Marcos y escapó, sembrando el pánico entre los vecinos que eran incapaces de controlarlo. Santa Teresa se acercó a él, le puso una mano en el testuz para amansarlo y atándolo con un delgado hilo lo devolvió a la yunta y al trabajo. En los años siguientes, el extraordinario acontecimiento se celebraba corriendo por las calles de la localidad varias reses vacunas (las más bravas entre las que se habían domado para el laboreo de los campos). Las reses iban atadas de los cuernos con una soga y adornadas con collares de cascabeles y aparejos hechos con finas telas bordadas con hilos de colores. Una vez finalizado el festejo, y a diferencia de lo que ocurría en otros lugares, las reses no eran sacrificadas y volvían a las faenas agrícolas, volviendo a ser corridas en años sucesivos.


Otra versión habla de una epidemia de glosopeda que diezmaba el ganado vacuno de la localidad y misteriosamente cesó el día 25 de Abril. Como agradecimiento, y por voto colectivo, anualmente se ofrecían dos becerros a la Iglesia para que acompañaran en procesión a San Marco y luego fuesen vendidos, y con el dinero obtenido se atendiera a los pobres de la localidad. Con el paso de los años se convirtió en costumbre correr a los animales antes de su venta.


Estas versiones tienen algunas similitudes con el llamado “Rito del Toro de San Marcos” que se practicaba en zonas de Extremadura y Castilla –León. Consistía en que la cofradía de San Marcos elegía un toro bravo que el día veinticinco de abril era llevado a la Iglesia manso como un cordero, precedía al Santo durante la procesión, siendo manoseado y adornado con guirnaldas de flores y cintas de colores por las mujeres sin dar ninguna muestra de la fiereza que recuperaba al retornar al campo tras la procesión.

El “Rito de San Marcos” fue perseguido por las autoridades eclesiásticas y civiles hasta conseguir su desaparición. No obstante, la gran cantidad de similitudes que tiene con los festejos taurinos de Beas de Segura permite establecer la hipótesis de que aquel rito ha perdurado en Beas, con las variantes propias del tiempo y las distancias, gracias al aislamiento que secularmente ha padecido la Sierra de Segura.

Con el paso del tiempo, las carreras de toros y vacas de labor ensogadas acabarían convirtiéndose en la principal forma de celebración, quedando en un segundo plano carácter piadoso y caritativo.

El festejo tradicional

Aunque no hay documentación para establecer la evolución del festejo hasta principios del XX, para entonces ya tenía perfectamente definidas sus características. Las reses que se corrían eran vacas y toros, bravos y de media casta, que las gentes de Beas domaban con habilidad y paciencia para dedicarlos a las tareas de labranza.

Todo comenzaba la noche del Sábado Gloria, durante la misa del Resucitado, cuando al tocar a Gloria el público estallaba de júbilo y hacía sonar los collares de cascabeles y campanillas que las reses lucirían en San Marcos.

El Domingo de Resurrección las cuadrillas de mozos y mozas se dirigían a los cortijos donde se sabía que había reses para probar su bravura y apalabrarlas para las fiestas. Más tarde, llegado el 24 de abril, los gañanes preparaban a sus animales para el festejo, los uncían por parejas con el ubio y, lentamente, se dirigían hacia el pueblo, donde la gente esperaba ansiosa ver entrar los pares de toros y vacas sumisos a la voz de sus gañanes.

Después les quitaban el ubio, dejándolas con la soga de unos veinte metros que servía a la cuadrilla para guiar las carreras del animal por las calles y evitar posibles cogidas. A partir de ese momento, y hasta que llegaba la noche, se sucedían las carreras, los saltos y los quiebros en un incesante juego entre hombres y reses.

Al amanecer del día 25 tenía lugar la Diana, un pasacalles de la banda de música, para anunciar a los vecinos la llegada del gran día.


A continuación, las reses volvían a las calles y se procedía “cascarlas”. Es decir, cogerlos por los cuernos para adornarlos con un collar de cascabeles y campanillas, un aparejo bordado con vivos colores y un llamativo frontil a juego, mientras la soga era sujetada entre las hojas de una puerta o en una reja.


A partir de ese momento las carreras se sucedían durante todo el día, corriendo unas reses mientras otras descansaban en sus respectivas cuadras. Las carreras de las reses apenas se interrumpían durante la procesión del santo.

Festejo actual

El arranque de las fiestas de San Marcos lo marcan los Ciclos Culturales Taurinos. Suelen celebrarse el fin de semana anterior y consisten en conferencias y mesas redondas que, con participación de toreros, ganaderos, veterinarios…, tratan diversos aspectos relacionados con el mundo del toro.

Día 22

Por la tarde tiene lugar un “taller sanmarquero” en el que los más pequeños, con carretones que simulan toros y vacas, recrean todas las fases y suertes del festejo taurino de San Marcos.

Al anochecer tiene lugar el Pregón de Fiestas, seguido de la presentación de la “Reina Sanmarquera”, la entrega de premios de los distintos concursos (dibujo infantil, aparejos…), bailes tradicionales, fuegos artificiales y una Concentración de Peñas que, con actuaciones musicales, se prolonga hasta bien entrada la madrugada.

Día 23

La mañana se dedica a ultimar detalles y la banda de música caldea el ambiente a la espera de que, a las 4 de la tarde, se inicie “San Marcos Chico”. Desencajonamiento de becerras y eralas para que los jóvenes muestren sus habilidades y adquieran destreza en las “artes sanmarqueras”.

Por la noche, diversas charangas recorren las calles y las peñas llenan la noche de colorido y animación.

Día 24

Con las primeras luces del día la Hermandad y las peñas se desplazan a las ganaderías para embarcar las reses y ensogarlas para trasladarlas hasta Beas. Mientras tanto, un nuevo pasacalle con gigantes y cabezudos ameniza la espera. El nerviosismo y la expectación van en aumento. Balcones, barreras, gradas y calles se van llenando de gente que espera ansiosa la suelta de las reses.

A las cuatro de la tarde, y tras un emotivo Minuto de Silencio como homenaje a los sanmarqueros fallecidos, comienza el desencajonamiento de toros y vacas. Unos tras otros, y durante toda la tarde, los animales saltan a la arena de la Plaza de San Marcos, corriendo tras quienes los citan mientras las cuadrillas controlan sus embestidas y los conducen hasta los chiqueros.


Día 25

A las 6 de la mañana, la Diana; un multitudinario y estruendoso pasacalles para anunciar que las reses saldrán de nuevo a las calles.

A continuación un nuevo desencajonamiento (3º), seguido del “cascado” de las reses aprovechando pilones, anillas y rejas para colocarles collares, aparejos y frontiles.

Hacia las 10 de la mañana, las reses son encerradas para dar paso a los actos religiosos en honor a San Marcos. Tras la misa, el Santo recorre el recinto subido en un carro tirado por un par de vacas uncidas.

Después, tras un cuarto y último desencajonamiento, el festejo taurino continúa hasta las últimas horas de la tarde.

Con la noche, la calma regresa poco a poco a Beas y , a las 00:00 horas del día 26, el reloj de la Plaza de San Marcos empieza a contar los días que faltan para el próximo San Marcos.

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