Las reses ensogadas son el principal atractivo de las Fiestas de San Marcos de Beas de Segura, siendo algo más de un centenar las que con diferentes sexos, edades y procedencias se corren por las calles.
Hasta mediados del siglo XX las reses corridas eran las mismas que se utilizaban en el laboreo de los campos; reses bravas o cruzadas que los vecinos de Beas domaban con habilidad y paciencia en un largo proceso que acababa estableciendo un estrecho vínculo entre ellos y sus animales. Un vínculo que trascendía el ámbito laboral, pues muchos de estos animales llegaban a ser considerados un miembro más de la familia, ya que no solo proporcionaban la fuerza de trabajo para subsistir, sino que también eran un motivo de orgullo y distinción social cuando eran seleccionadas para correr en San Marcos. Motivos estos que unidos al primitivo voto de “… no matar carnes…” explican el hecho de que las reses fuesen devueltas al campo al finalizar el festejo.


El Domingo de Resurrección era costumbre que las cuadrillas de jóvenes visitaran las aldeas y cortijos del municipio para probar la bravura de las reses y, si el dueño no tenía inconveniente, apalabrarlas para ser corridas en las fiestas.


Llegado San Marcos, los animales eran uncidos al ubio formando parejas y lentamente recorrían los caminos hasta el pueblo donde la gente esperaba con ansiedad verlos llegar sumisos a la voz de sus gañanes. Una vez en el pueblo las yuntas eran desuncidas, quedando las reses atadas por los cuernos con una soga que servía para guiar las carreras y evitar posibles cogidas. A partir de ese momento las carreras se sucedían durante la tarde del 24 y todo el 25 de abril, corriendo unas reses mientras otras descansaban en sus cuadras y, cuando fiesta tocaba a su fin, se les quitaban los collares, aparejos y frontiles con que habían sido adornadas y eran conducidas a las afueras del pueblo donde se les daba suelta para que guiadas por su instinto regresaran a sus cortijos y tras unos días de descanso volvieran al trabajo.
A mediados del pasado siglo la mecanización de las faenas agrícolas hizo que el ganado de labor criado por los vecinos empezase a desaparecer, obligando a sustituirlo en las Fiestas de San Marcos por ganado bravo de lidia, pero la costumbre de conservar algunos animales de los más bravos de un año para otro y domarlos a la antigua usanza continuó hasta 1993, fecha en la que una disposición legal imponía el sacrificio obligatorio de todas las reses participantes en los festejos taurinos y provocó que los animales criados por los vecinos dejaran de utilizarse y solamente se corrieran reses procedentes de ganaderías de lidia. No obstante, un reducido grupo de vecinos mantuvo la crianza y doma de reses bravas con la esperanza de que un cambio legislativo permitiera volver a usarlas y las eximiera del sacrificio.
Y este cambio llegó en noviembre de 2019, cuando tras un largo proceso reivindicativo por parte de la Hermandad de San Marcos y el Ayuntamiento de Beas de Segura, con el respaldo y colaboración de los vecinos, la Junta de Andalucía modificó el Reglamento de Festejos Taurinos Populares para que en Beas de Segura vuelvan a correr las llamadas “Reses del Pueblo”, estando exentas de sacrificio y que se pueden conservar de un año para otro, permitiendo con ello la recuperación de una práctica ancestral: la crianza y doma de reses bravas, esencia y razón de ser de las Fiestas de San Marcos. Una vieja costumbre que, profundamente arraigada en la conciencia colectiva de Beas de Segura, hace que las Fiestas de San Marcos sean únicas entre los festejos taurinos con reses ensogadas.

Juan Fco. Heredia Castaño

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